Consejos de un Consultor, nº14: ¡No bajes el precio, añade valor!
Me comentaba Francisco, "...ahora vienen otras empresas, mira el nuevo centro comercial aquí cerca. No tendremos más remedio que bajar los precios una vez más, así el negocio se va a la ruina..."
Es frecuente que el empresario se encuentre muchas veces en la disyuntiva de bajar o no los precios. En este último caso, la presión de la competencia y hasta del propio equipo comercial empuja para hacerlo. Sin duda que vender con el precio más bajo es fácil, el desafío es defender y hasta poder incrementar nuestro precio.
¿Quién gana con una guerra de precios? La respuesta es muy concreta: nadie, y si se prolonga mucho, ni siquiera aquellos que puedan soportarla porque tengan una gran capacidad financiera.
Queda
claro entonces que bajar de precio debería ser el último y desesperado recurso.
¿Qué hacer? La respuesta es: “añadir valor”.
Para entender que significa esto de añadir valor, viajemos por un momento a la psicología del consumidor.
No
compramos las cosas por lo que cuestan sino por lo que valen, o sea, no por lo
que cuesta hacerlas sino por lo que
percibimos que nos dan de valor a nuestro bienestar, negocios, modo de vida, estatus
social, etc.
A más de uno este concepto le tienta para “maquillar” el producto e
intentar seducir al cliente con falsas promesas.
No lo aconsejo, la mentira tiene patas cortas y no llega finalmente muy lejos, el consumidor, más temprano que tarde, se dará cuenta y el descrédito es lo peor, muy difícil de remontar.
Hablemos entonces de algunas de las maneras en que podemos añadir valor real.
Si se trata de un producto que lleva componentes químicos o naturales (droguería, alimentos, etc.) la solución está en conseguir que tenga el diferencial de un compuesto, forma de prepararlo o incluso envase cuyo beneficio sea aceptado y valorado positivamente por el cliente.
Si fuera industrial, de igual manera le añadiremos alguna pieza o componente
que destaque del resto.
Para
los servicios, será un “extra” que la competencia no tiene: más rápido, más
fiable, más limpio, más completo, etc.
También
en servicio, cuando se trata de una negociación en particular, siempre
es preferible añadir un extra que bajar el precio, a la hora de cerrar el
trato.
Otra forma conocida es la de añadir un regalo, un sorteo, puntos acumulados o cualquier otro elemento que vuelque la decisión del cliente. Esto permite que el producto sea probado sin deteriorar la imagen y sin crear antecedentes de precio más bajo que luego nos pongan un techo.
Estas alternativas no agotan las posibilidades. Lo importante es tener el
concepto claro y a partir de allí hacer trabajar a la imaginación y creatividad
para que nuestro producto o servicio sea percibido con un “valor
añadido real” frente a la competencia
En conclusión, Francisco, vamos a encontrar las debilidades de la competencia y sobre ellas edificar el valor añadido para tus productos-servicios, no entremos en el terreno del precio donde los otros son más fuertes. ¡A pensar primero y actuar de inmediato luego!
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